Maratón de Ingmar Bergman Parte Final: Su Mejor Película
Fanny & Alexander (Fanny och Alexander)
(Dirigido por Ingmar Bergman – Suecia 1982)
Todo puede suceder. Todo es posible y probable. Tiempo y espacio no existen. En el delgado marco de realidad la imaginación gira, creando nuevos patrones.
Esta película es buenísima, son 3 horas de un cine a todo dar, si existe el “fútbol total” que practicaba Holanda el año 1974 existe el “cine total” que practicaba Bergman alcanzando su punto máximo en esta película. La primera hora es lenta (se lo tengo que decir) pero es fundamental para entender lo que vienen las dos horas posteriores que la película gana una velocidad impresionante. El niño actor que interpreta a Alexander es realmente sobre quien gira toda la trama. Su padre ha muerto, él sufre al inicio pero cuando luego lo ve al muerto divagar por su casa ya se siente tranquilo. Todo iría bien para Alexander, pero su mamá decide casarse con el obispo protestante que oficio los funerales de su padre. Van a vivir a la casa de él, pero como Alexander tiene ese don de ver a los muertos y escucharlos, se entera en esa casa de boca de unas fallecidas ahí de terribles verdades acerca de su nuevo padrastro.
Una cinta que resume todas las ideas que siempre plasmo en sus películas Ingmar Bergman. Y todo a través de la mirada de un niño. La lucha entre el bien y el mal, la vida después de la muerte, quiénes somos los seres humanos, cuál es sentido de nuestra vida, la religión, las relaciones familiares y entre hermanos directos, la locura, por qué estoy acá. Se las recomiendo.
Escena para recordar: El Obispo quiere obligar a Alexander a que diga la verdad sobre una probable mentira por la que se le acusa.
Obispo: ¿Por qué alguien miente? ¿Puedes explicarme por qué alguien miente?
Alexander: Porque no quiere decir la verdad.
Obispo: Una muy astuta respuesta, joven amigo. Pero no te librarás tan fácil. Te preguntaré de nuevo. ¿Por qué alguien no dice la verdad?
Alexander: Uno miente para ganar ventaja
Obispo: Buena respuesta, chico.
(Dirigido por Ingmar Bergman – Suecia 1982)
Todo puede suceder. Todo es posible y probable. Tiempo y espacio no existen. En el delgado marco de realidad la imaginación gira, creando nuevos patrones.
Esta película es buenísima, son 3 horas de un cine a todo dar, si existe el “fútbol total” que practicaba Holanda el año 1974 existe el “cine total” que practicaba Bergman alcanzando su punto máximo en esta película. La primera hora es lenta (se lo tengo que decir) pero es fundamental para entender lo que vienen las dos horas posteriores que la película gana una velocidad impresionante. El niño actor que interpreta a Alexander es realmente sobre quien gira toda la trama. Su padre ha muerto, él sufre al inicio pero cuando luego lo ve al muerto divagar por su casa ya se siente tranquilo. Todo iría bien para Alexander, pero su mamá decide casarse con el obispo protestante que oficio los funerales de su padre. Van a vivir a la casa de él, pero como Alexander tiene ese don de ver a los muertos y escucharlos, se entera en esa casa de boca de unas fallecidas ahí de terribles verdades acerca de su nuevo padrastro.
Una cinta que resume todas las ideas que siempre plasmo en sus películas Ingmar Bergman. Y todo a través de la mirada de un niño. La lucha entre el bien y el mal, la vida después de la muerte, quiénes somos los seres humanos, cuál es sentido de nuestra vida, la religión, las relaciones familiares y entre hermanos directos, la locura, por qué estoy acá. Se las recomiendo.
Escena para recordar: El Obispo quiere obligar a Alexander a que diga la verdad sobre una probable mentira por la que se le acusa.
Obispo: ¿Por qué alguien miente? ¿Puedes explicarme por qué alguien miente?
Alexander: Porque no quiere decir la verdad.
Obispo: Una muy astuta respuesta, joven amigo. Pero no te librarás tan fácil. Te preguntaré de nuevo. ¿Por qué alguien no dice la verdad?
Alexander: Uno miente para ganar ventaja
Obispo: Buena respuesta, chico.
Comentarios
Un saludo.
Un saludo
Sigo leyéndote otros post que parece muy interesante.
Saludos!
Gracias por tu visita a mi blog y seguiré pasando para aprender más sobre el cine.
Un abrazo
No he visto esta película, pero la escena que describes es muy buena. Es soberbia la respuesta del chico.
Un saludo y puedes venir a verme siempre que quieras
:-)
He visto varias de Ingmar hace mucho tiempo, ahora con tus entradas recobro el interés. Es uno de mis favoritos.
Besos y gracias por visitar mi blog.
Un beso
Ariel.